El destino gira y gira...

Me paré enfrente de la vieja rueda de la fortuna. Era sólo un monumento algo oxidado, pero era casi de tamaño real, y muy bonita, por lo demás.

—Es casi como cuando nos conocimos... —murmuré para mí misma.

—¿De qué hablas? —me preguntó Vincent.

Entonces me di cuenta de que estaba con él y preferí callar antes que decir alguna estupidez. Solamente le dije que no era nada. Era algo nostalgico ver su cabello azabache y sus ojos grises, que contrastaban con la nieve que caía lentamente.

No podía decir nada.... no podía decirle nada a Vincent... o quizás con el tiempo recordaría todo... recordaría que se había suicidado... Y que con el tiempo, se convertiría en el shinigami que había sido asignado para darme muerte cuando llegara el momento.

Cada momento había sido una tortura. Nunca supe por qué lo hizo, pero... no lo entiendo... él me había dicho que me quería, ¿es que acaso esa nunca fue razón suficiente para mantenerse con vida? ¿qué fue lo que le hizo cambiar de opinión?

No me di cuenta cuando una lágrima cayó por mi mejilla y unos brazos completamente fríos me rodeaban.

—Oye, has estado rara desde que llegamos... ¿qué mierda tienes? —su cara se veía algo preocupada... cómo lo odio...

—No... Vincent, suéltame —murmuré retraída y reuní fuerzas para poder empujarlo.

Sus brazos se sentían tan bien... eran fríos pero me recordaban la calidez que tuvieron antaño, a pesar de que me trajeran recuerdos muy dolorosos... el destino suele tener formas algo crueles para castigarnos... como si quisieran recordarnos día a día ciertas cosas para volvernos locos... Me quedé muda y seguí llorando en silencio, esta vez ya sin fuerzas para repeler el abrazo del shinigami de ojos pálidos como la muerte....