Dawn?



Todo estaba completamente oscuro. No había nada, solamente negro, negro como boca de lobo. Pero podía oír un ruido a lo lejos que resonaba en mis oídos en medio del silencio, era un ruido continuo. Mi cabeza daba vueltas, ¿dónde estaba? Recuerdo que... ugh, ¿qué recuerdo? Inútil, nada. La cabeza se me partiría en dos si seguía intentando.

Me puse de pie y miré a mi alrededor, mis ojos ya más acostumbrados. Pude ver algo moviéndose a lo lejos y caminé hacia él. Me sobresalté al sentir algo en mis pies, estaba frío y se movía hacia mí. Retrocedí, pero mi curiosidad pudo conmigo y me volví a acercar no mucho después. Ahí estaba de nuevo esa sensación, pero decidí mantenerme firme y noté que se alejaba. Fue entonces cuando caí en cuenta que lo que sentía era agua fría. ¿Pero, por qué se movía de esa manera? Jamás había visto algo semejante. Creo que esa pregunta no podría responderla de momento.

Por un segundo recordé que no había nadie a mi alrededor, no podía verlos o sentirlos. Completamente sola.

Fue entonces cuando vi que la luna aparecía entre las nubes. La luna... mi amada luna... ¿quién eres? ¿dónde estarás ahora? ¿Me estarás esperando aún? Por favor, espérame, no me dejes sola de nuevo.

Me giré, como esperando alguna señal y llamé. No recuerdo a quién o quienes llamé, pero llamé muchos nombres, esperaba una respuesta, una voz conocida, pero tuve el presentimiento que aunque les hubiera oído no sabría jamás si me respondieron quienes esperaba o no. Mi cabeza estaba vacía, no había nada en ella, vagas memorias que sabía que estaban allí pero no podía alcanzar, y mi corazón lleno de anhelos, cosas que deseaba pero que ni yo misma comprendía. Me sentí aún más sola al darme cuenta de ello y me acuclillé, abrazando mi cuerpo como si así pudiera hallar algún consuelo y lloré. Lloré amargamente. Lloré por no saber nada, lloré por estar sola, lloré por no comprender qué era lo que tanto anhelaba y lloré por no poder recordar ni siquiera un nombre, por estar tan vacía.

Mi boca se movió suplicante, pidiendo un deseo o llamando a alguien, no lo sé. Hasta el día de hoy recuerdo todo a la perfección, pero si hay algo que jamás volvió a mi memoria, fue lo que pronunciaron esos mudos labios aquella noche.

Novelistic Tag (?)

Taggeada por mi nyan ;  w ;


S a r i s a r a

1) ¿De qué sexo eres?: Femenino, ¡por supuesto! -death glare- ¿Que acaso no lo parezco? n= n
2) ¿Cuál es tu edad?: Ehh~ tantos tantos~ ¿Cuántos tengo, kashira~? Umm... -contando con sus dedos- bastantes hasta donde recuerdo, ¡ahahaha! Supongo que ya habré pasado de los 20~
3) ¿Quieres un abrazo?: ¡¡Aaaahhh, pero qué cosa más mona!! -estruja y asfixia- ¡Cuando quieras lindura!
4) ¿Tienes malos hábitos?: Uhmm... supongo que mal hábito sería golpear con mi espátula a cualquier malandrín que me haga enfadar o  ,o ... ¿es malo?
5) ¿Cuál es tu comida favorita?: -se lame su dedo lleno de crema- ¿Ah? Supongo que el pan... y los pasteles... y las galletas... ¡todo lo que pueda hacerse con harina y huevos! ← lerda
6) ¿Cuál es tu sabor favorito de helado?: ¿Helado? ¿Qué es eso? o ,o ¿Hielo? ¿Que te lo comes, acaso?
7) ¿Eres virgen?: -lo golpea en la boca con la palma de su mano- aaaara, los niños no deberían ir preguntando cosas así a los adultos~
8) ¿Usted ha matado a alguien?: -golpea su espátula de madera contra su mano, poniendo su peor cara atemorizante- Realmente te gusta preguntar, ¿verdad? n= n ¿Sabes lo que le pasa a los que saben mucho?... -lo ve huir- o  , o ¿Qué dije...? -ladea su cabeza-
9) ¿Odias a alguien?: ¡Ay pero no sé cómo podría! -siendo obvio que oculta algo-
10) ¿Tiene algún secreto?: ¿Umph..? -con un bollo de canela en la boca- ¿Quiebeff? Eftan befién hobneaboff...
11) ¿Cuál es tu estación favorita?: Verano -se pasa el brazo por la frente- Pero agota tanto calor con este horno...
12) ¿Quién es tu mejor amigo?: Awww, todos son mis amigos n w n ← lying. Bueno, bueno... los mocosines del orfanato y supongo que Karmie-chan~
13) ¿Cuáles son tus aficiones?: Cocinar y comer o  , o
14) ¿Cuál es tu bebida favorita?: No suelo beber muchas cosas peroo.... aaaah... -se lleva un dedo a sus labios- ¿supongo que agua?
15) ¿Cuándo es tu cumpleaños?: ¿Por qué quieres saber? o v o
16) ¿Vives sola?: Uhhmm... no sé si "vivir sola" sea la expresión correcta...
17) ¿Te consideras una buena persona?: Soy buena cocinando si a eso te refieres n  n
18) ¿Tienes hermanos?: Ninguno, pero creo que quiero a Karmel como una
19) ¿Qué piensas de tus padres?: Pues que no tengo ni la menor idea de dónde están... ¿muertos? o v o
20) ¿Te gusta la escuela?: ¿Escuela? ¿Cuál escuela?
21) ¿Cual fue la última vez que sonreíste?: No lo sé, siempre estoy sonriendo, ¿ves?
22) ¿Tienes una misión en la vida?: Supongo que conseguir la mejor receta de todas las pastelerías, ¡quiero que mi pastelería sea la más reconocida! Y muchas cosas más n   n
23) ¿Amas a alguien?: -ladea su cabeza- No... la verdad no
24) ¿Cuál es tu banda favorita?: -ignora la pregunta por no entenderla-
25) ¿Alguna vez te has puesto un vestido?: Suelo usar faldas o   v o no tengo razón de usar vestidos... no soy tan elegante, me gusta lo simple
26) ¿Busca tener hijos?: ¿De madre yo? ¿Ehhh? Aunque ahora que lo dices, muchos de esos diablos pequeñajos me dicen señora o mami...
27) Video juego favorito: ¿Qué es video....?
28) ¿En la noche ...? : Horneo el pan y duermo
29) ¿Alguna vez besó a alguien?: Ohohoho, ¡ese malandrín se lo creyó y jamás volvió a robarme!
30) ¿Cuál es su cosa favorita para tocar?: Ninguna, prefiero oír a Karmie tocar su flauta n  v n
31) ¿Alguna persona que te guste?: Me gusta mucho Karmie <3
32) ¿Cuál es tu color favorito?: Rosa n v n .... ¿qué, sorprendido? -cara de que va a sacar su espátula-
33) ¿Cuándo fue la última vez que lloraste?: La vez que arruiné mis primeras galletas ;   ;
34) ¿Tiene usted una mascota?: La verdad no, pero suelo darle leche a algunos gatos por ahi
35) ¿Está usted loca?: Muchos me dicen "la vieja loca de la panadería" -venita- ¿cuenta como un sí?
36) ¿Qué eres?: Una bruja que te va a comer si no dejas de hacer preguntaas hihihii~~~ -sonríe- sólo soy una humilde panadera -se frota su nariz con un dedo-
37) ¿Qué color de ojos tienes?: Manzana madura o 3o


XVIII - Luna

"Y la Luna intentó volverse tan negra como el manto de la Noche..."


    “Ah, no jures por la luna, esa inconstante que cada mes cambia en su esfera, no sea que tu amor resulte tan variable”, pidió una vez la muy enamorada Julieta. ¿Podrían ustedes imaginar una época lejana en que aquella esfera de plata fuera leal y sin cambios en su delicada faz? Porque sí lo fue, en tiempos en que sólo los divinos reinaban, y, como Julieta, ella dio todo por su amado: el mismísimo príncipe de la noche.

    En el principio de los tiempos, cuando sólo el caos existía en el mundo, el día y la noche vivían encerrados en una alta torre en cuartos completamente diferentes, dentro de los cuales dormían apaciblemente, tomando turnos para salir a recorrer sus terrenos, puesto que no podían estar juntos. Los dominios del príncipe del Día menguaban a los del príncipe de la Noche y viceversa.

    Sin embargo, un día al cabo de muchos años, el príncipe de la noche despertó sintiéndose inquieto: una luz brillaba en su ventana. El joven jamás había contemplado resplandor semejante, puesto que no había visto en todo aquel tiempo el rostro de su hermano. Preso de la curiosidad, se asomó a su ventana, y entonces fue cuando la primera noche invadió los cielos, cerniéndose sobre todo el mundo. En aquel lugar, al pie de su torre, descubrió a quien irradiaba aquella luz tan majestuosa: una bella joven de plateados cabellos, quien era la encarnación misma de la luna. Y le pareció la criatura más fascinante que hasta entonces hubiese contemplado: su faz tan pálida como las nubes que surcaban su dominio, al igual que su cabello; ropajes tornasoles que le recordaban al reflejo de su rostro sobre las aguas del mar, pero que, a su vez, poseían un resplandor casi sobrenatural para él.

    Entonces ella se percató de su mirada y le correspondió. ¡Por las luces nocturnas de su manto, qué bellos son!, se dijo la Noche, recordando a su hermano en aquellas orbes de suave color miel. Había algo en ella que le llamaba a admirarla, tanto que apenas se percataba que el brillo de la Luna parecía menguar los dominios del príncipe, como si quisieran abrirle paso a tal beldad.

    -¿Por qué os ocultáis, Príncipe de la Noche? -inquirió la Luna- He notado vuestra mirada sobre mí y me pregunto por qué no habéis bajado aún de la torre si tanto queréis contemplarme.

    La Noche permaneció curioso y atónito ante tan suave y melodiosa voz, al mismo tiempo tan queda, que le invitaba a acercarse. Pero, ¡oh crueldad! Se hallaba en la más alta torre de su castillo y temía despertar a su hermano, ¿qué debía hacer?

    -No temáis, príncipe -habló la Luna con voz arrulladora- Bajad, bajad a mí y nada temáis.

    No. No temía del todo, pues barreras para él no existían. ¿Qué barreras podían representar un montón de piedras? ¿Cuáles el capricho de su hermano? Su sueño le amparaba y sus horas de dominio aún no terminaban. Al fin había hallado la razón hasta liberarse de su embelesamiento y su duda, ¡era libre!

    -Criatura, os ansío, vuestra voz y todo lo que en vuestra figura veo -declaró el príncipe- Empero lamento deciros esto: He de regresar en cuanto mi hermano despierte, no sea que vuestro anhelo sea un castigo en sus manos, puesto que él no necesita esfuerzo alguno para consumir esta, mi carne.

    -Me halagan vuestras palabras -suspiró coqueta- Ansío el momento de vuestro descenso. Una vez más, no temáis, que este secreto sea sólo de dos.

    La Noche no dudó ni un segundo más y descendió con su capa de brillantes luminosos, envuelto por las sombras de su mismísimo reino. La Luna resplandecía como contraste, pareciendo darle otro significado a la obscuridad a su alrededor.

    Aquel instante interminable fue único para ambos y lo único que existía. Era extraño para ellos el amor a primera vista, pero el príncipe se dio cuenta que la manera en que la luz proveniente de la Luna no devoraba su esencia de la manera en que su hermano lo hacía, así como la joven se percató que las sombras no menguaban su brillo como los dominios luminosos del Día.

    Pero los buenos e interminables momentos jamás son eternos. En ese instante el Día descolgaba su capa de fuego y se la ceñía a los hombros, listo para dar un paseo por su reino. Fue entonces cuando se percataron que no debían ser descubiertos, por el bien de ambos. Un susurro, un fugaz beso, una promesa, una despedida y ambos fueron devorados por las cómplices sombras.

    Encuentros furtivos como ese fueron miles, siempre en el mismo instante, siempre la misma señal: un brillante de la capa de la Noche, siempre una amarga pero esperanzada despedida, cada una augurando una siguiente visita.

    El amor crecía, no se podía negar, entre un sinfín de palabras, paseos, caricias y besos. Los ojos de la Noche devoraban los de la Luna, hundiéndose en ellos. Entonces no eran dos criaturas diferentes la una de la otra: eran solamente una.

    Pero su amor desmedido sería su ruina.

    En medio de una de sus reuniones, la Noche y la Luna jamás se percataron que el Día había decidido adelantar su despertar. Su ira al hallarlos no tuvo límites y encadenó al Príncipe en su habitación de la torre. Fue cuando la Luna, deshecha de dolor, se vio obligada a huir de la furia del Día. Con el corazón hecho pedazos, su brillo se fue apagando. Ansiaba ver a su príncipe amado, pero en cuanto se le acercaba, el Día amenazaba con apagarla para siempre.

    En un intento desesperado, la Luna intentó volverse tan negra como el manto de la Noche, pero la debilidad que le causaba su dolor sólo le permitía hacerlo una vez, momento que aprovechaba para entrar en la torre y susurrar unas cuantas palabras de amor y aliento, debiendo huir en cuanto su disfraz se desvanecía.

    Por su parte, la Noche sufría de ver a su amor tan llena de soledad, que en un acto de cariño arrojó su manto al cielo y sus brillantes se volvieron sus acompañantes, las Estrellas, que son visibles en cuanto su antiguo dueño aparece, apresurándose para recibirle.

    Y así es como la Luna, una y otra vez, consumida por su tristeza, se esfuerza en ocultarse para visitar a su amor, la Noche, teniendo que separarse en una amarga despedida, pero que, como en sus reuniones de antaño, siempre llega con la esperanza de un nuevo encuentro que, por más fugaz que sea, les da la fuerza para soñar con el día en que podrán volver a estar juntos.

Una confesión guardada bajo llave

   Algo frío en la frente de Ran la hizo reaccionar.
   -Hmm... -fue lo único que pudo articular-
   Se dio cuenta que estaba recostada en una cama. El aire era fresco, de seguro gracias a algún ventilador.
   Un suspiro llamó su atención y le obligó a utilizar todas sus fuerzas para intentar abrir sus ojos. Pesados... realmente era mejor dejarlos así... cerrados...
   -¿Ya despertaste? -inquirió una voz junto a ella-
   Aquella voz le sonó familiar, tanto que sus fuerzas regresaron de golpe, logrando abrir sus ojos al fin.
   -Y... ¿Yuu? -murmuró débilmente, ante lo cual el mencionado sonrió torcidamente- ¿Qué...?
   -Pues tienes suerte, pequeña -comentó Yuu-. Te vi desmayarte afuera de la librería donde trabajo.
   -Gracias -agradeció sonriente, complacida por el gesto- ...no tenías por qué...
   -Bueno, podría haberte dejado tirada en la calle -repuso como si nada, encogiéndose de hombros-
   Ran le lanzó una mirada penetrante.
   -Bueno, entonces si tanto te molesto, ¿por qué no hiciste eso? De todos modos te habría dado igual, ¿no es verdad? -repuso fríamente, recostándose de manera que le diera la espalda.
   -O... Oye, ¡no lo decía en serio! -se apresuró a decir- ¿Qué tienes ahora?
   -¿Y tú qué tienes también? No te ves nada bien...
   -No quiero hablar de eso -respondió secante, enseñando una leve sonrisa en sus labios-
   -Ah, vale... -repuso apáticamente-
   Yuu colocó una mano sobre el hombro de Ran.
   -Vamos, sea lo que sea que tienes, de seguro te estás complicando la vida sola, ¿no lo crees?
   -Agh, no es tan simple como eso.. -repuso mosqueada para luego murmurar- Si supieras... si tan sólo supieras, Yuu...
   Cada vez le costaba más contenerse, el guardar sus palabras, tragarse sus sentimientos. Simplemente no podía decirle la verdad. No quería verle mal, deprimido. No se sentía capaz de dañarle así por un mero capricho.... "¿Y qué tal si realmente le importa un comino?" pensó por un segundo, pero decidió desechar aquella idea de inmediato.
   -No debe de ser tan malo -repuso con un bufido- lo que yo tengo es peor.. -agregó con una mirada un tanto fría- pero no te ando diciendo "si supieras" como perro herido, ¡deja de victimizarte para dar lástima, por favor!
   Ya estaba. Había tocado el nervio.
   -¿¡Víctima?! -exclamó, sentándose de golpe en la cama con renovadas fuerzas- ¡No me estoy haciendo la víctima para tu información! Tú sabes que confío en ti para decirte todo...
   -¡Pues entonces dilo ya! Ugh, y uno que se preocupa -sentenció con un largo suspiro, rodando los ojos-
   -Te lo agradezco pero no es tan simple... Mira, si no te digo algo es por algo llamado com-pa-sión, ¿la conoces? -continuó Ran, algo histérica-
   Aquel comentario le había dolido. Si estaba así era por su culpa... y en parte por la suya propia... "Joder", pensó Ran, "ser considerada es una mierda...". Simplemente no podía decírselo.
   -Ay, mujer, tú sí que sabes complicarte, en serio... -musitó sonriente, rascándose la cabeza-
   -¡Cállate! Si no digo nada es para no herirte, ¡so tarado! Hay cosas que dices que simplemente me hacen pensar "No, no puedo decirle, no ahora... si lo hago se sentirá mal" ¿Acaso eso es hacerme la víctima?
   Y sin esperar a ver la reacción de Yuu u oír su respuesta, salió de la cama con rapidez y se calzó sus zapatos, caminando hacia la puerta.
   -No puedo seguir así, ¡yo me largo! -exclamó molesa, controlando las ganas de echarse a llorar allí mismo-
   Acto seguido colocó una mano en el pomo y abrió la puerta. Ésta no se abrió. Al alzar la vista comprobó que Yuu la estaba sosteniendo, impidiéndole salir.
   -¡Déjame ir! -rogó Ran-
   -Mientras estés bien...
   Ran soltó una carcajada triste.
   -Realmente eso es lo que yo debería decir...
   -¿Eh?
   Entonces no pudo más. Su mano se cerró con fuerzas en torno al pomo e hizo azotar la puerta al forcejear, desesperada. Y sin quererlo, comenzó a sollozar.
   -Vamos pequeña... -un silencio incómodo llenó la habitación hasta que sus brazos se cerraron en torno a los hombros de Ran, abrazándole suavemente por la espalda.
   -Joder, si tanto quieres saber... -murmuró para luego repetir la frase, exclamando mientras se soltaba de su agarre- ¡Si tanto quieres saber, me gustas!
   La atónita y confundida mirada de Yuu no la hizo detenerse en absoluto. Ya había comenzado, y no le importaban en absoluto las consecuencias que sus palabras podrían traer.
   -Nunca me dejaste de gustar desde esa vez hace dos años, ¿¡contento?! Ahora no me importa parecer una mocosa de primaria diciéndolo así.
   En aquel momento recordó cuando Yuu le había dicho que a veces era mejor dejar que el otro se diera cuenta solo, mostrarle sus sentimientos de manera indirecta. Pero ya lo había hecho.
   Y se había cansado.
   -Dijiste que se daría cuenta con el tiempo... ¡¿joder, cuánto?! ¡Ya me cansé! Hace meses que quiero decírtelo, ¡pero me venías con que tenías una novia! Pues bien, decidí esperar...
   Yuu oía en silencio las palabras de Ran, sin siquiera moverse o inmutarse en absoluto, dejándola continuar.
   -Entonces me dijiste... que ya no la soportabas.... y por un momento pensé en utilizar esa oportunidad pero... no soy tan oportunista, no quería parecerlo... y cuando tuve una nueva chance, ¡me dices que terminaste con ella! ¡No podía hacerte eso, herirte de esa manera! ¿¡Eso es complicarse la vida?! ¿¡Eso es hacerme la víctima?! ¡No! ¡Eso es querer ser considerada por quererte mucho! Sobre todo cuando me dijiste que no querías declaraciones de nadie por el momento... ¿¡Cómo querías que te lo dijera sabiendo eso?! ¿¡Cómo?!
   Y dejando aquella pregunta abierta luego del monólogo, una vez más intentó abrir la puerta antes de esperar cualquier reacción. Aquella vez nada le impidió salir, dejando atónito a Yuu y, con un portazo detrás de ella, Ran se alejó de allí sin mirar atrás mientras secaba las amargas lágrimas que caían por sus mejillas. Lo había dicho, y ahora no podía arrepentirse. Aunque en aquel momento, mientras bajaba las escaleras del departamento, lo último que le importaba era lo que pensara Yuu al respecto. Y entonces le atacó la culpa al ver sus pensamientos desviados hacia Tarou, aumentando el caudal de sus lágrimas, no teniendo mayor remedio que dejarlas salir, nublando su vista.

Érase una vez en Grecia . . .


Bueno, esta vez me saldré totalmente de mi esquema planeado y colocaré un pequeño discurso que tuve que hacer, poniéndome en el lugar de una persona de la época antigua, dirigiéndome a Edipo en el momento en que gobernaba, criticándolo o bien alabándolo (el punto era dirigirse a él). También se podían tomar referencias de otros héroes de esa época, así que elegí a Ulises.. En fin, sin más preámbulo...


Tebanos, Sacerdotes y Su Alteza:

He sido convocada a este lugar para dar mi opinión. Por ahora no es de mi incumbencia si la toman o no en cuenta, o si le dan la importancia que debe de tener una exposición como ésta.

Me dirijo a vosotros, en especial a voz, su Majestad, Rey Edipo, pues el comportamiento que presentasteis no me parece correcto. Un total acto de cobardía, si me permitís decirlo.

Digo cobardía, pues os resignasteis a vuestro destino. El destino es algo escrito o que, en vuestro caso, ya había ocurrido, sin embargo, su resultado no está escrito; ¡podemos cambiarlo! y la vida nunca nos pone un obstáculo que no podamos vencer, pues su sabiduría es innegable e infinita.

Si os hubiese conocido antes, os habría expuesto para vuestra reflexión -aunque lo haré ahora de todos modos- el caso del héroe Ulises, quien, a pesar de verse atosigado de complicaciones, pudo superarlos con su ingenio y bravura, dispuesto a superar los embates de la vida, por el contrario de voz, que os cegasteis a vos mismo -expresándome de manera literal- para no ver la realidad que os rodeaba por los pecados que habiais cometido. Pues yo digo que esa no es una forma de catarsis o redención, sino una extrema y obvia demostración de miedo a afrontar y aceptar lo que habíais provocado con vuestras propias acciones.

Entonces, Tebanos, Majestad; os dejo con esta reflexión y con estas preguntas: ¿es el destino tan cruel? ¿en verdad somos tan débiles nosotros los seres humanos para no afrontarlo? ¿realmente quereis imitar a éste, vuestro Rey?


(Realmente no puedo creer que cuando lo leí en clases me aplaudieron xD me fui a la mierda)

¿Cuánto tiempo los sueños...?



Cuánto tiempo... ¿Cuánto tiempo ha pasado ya desde ese entonces?

Realmente... ni siquiera sé por qué estoy escribiendo esto... es como si volviera a revivir cada segundo, cada momento... ¿en verdad debería? ¿es correcto volver a abrir estas heridas como si nada? Podría decirse que es una especie de autoterapia para espantar estos fantasmas del pasado que aún siguen atormentándome día a día... con cada pensamiento, con cada melodía, con cada agridulce recuerdo...

Es una estupidez creer que te conocí en un sueño, ¿verdad? Un vago sueño, ambos cautivos en una habitación derruida. Me miraste con tus ojos de hielo; el cansancio, la monotonía, la molestia y un leve dejo de resignación plasmados en aquellas orbes. La única frase que escapó de tus labios... Dios, fue hace tanto, no puedo comprender cómo es que ha permanecido por tanto en mi memoria. ¿Es que esa frase no se guardó en mi memoria sino que en mi corazón? ¿es realmente eso posible?... Sinceramente no es algo en lo que quiera pensar ahora... "Tú eres a quien se supone que debo proteger, ¿verdad?" Hasta el día de hoy sigo sin comprender del todo aquellas palabras... Bueno, quizás sí pero... después de aquel entonces creo fervientemente que te opusiste al significado de esas palabras...

Todos aquellos momentos, todas esas palabras en mi mente... todo quedó atrás en el momento en que tiraste del gatillo...

Tiraste del gatillo... y la bala impactó en tu cabeza...
Tic. Tac... Tic-tac

El tiempo pasa, ¿y qué es de nosotros? Cada vez menos tiempo para hacer las cosas, más deberes. Se supone que debemos tenerlos, pero aún así, siento que tengo cada vez menos tiempo para hacer las cosas que quiero. Menos tiempo incluso para detenerme a pensar siquiera.

Creo que, pensándolo bien, nunca puedo terminar algo (como este mismo post), pues no me dedico por entero a cierta actividad. Mis ganas de hacer algo varían, mis intereses, mis ideas, las cuales no me gusta desperdiciar. Si cuando hago una actividad se me viene cierta idea de otra cosa, prefiero anotarla antes que se me escape, pues aceptémoslo, mi memoria es frágil, efímera y muy, realmente muy vaga.

Y me pregunto, ¿qué hago escribiendo esto?, además de perder tiempo, claro. Supongo que es un momento para desahogarme... ¿de qué? No es como si tuviera rabia ni confusión -al menos no por este asunto en específico por el momento- pero bueno, tenía ganas de escribir sobre una imagen, lo primero que se me viniera a la mente, y por qué no, decir que ahora intentaré escribir un poco más sobre mi, después de todo esa era mi idea original sobre este blog. Tampoco digo que dejaré de lado los fragmentos de otros escritos que se me vienen a la mente cuando veo cierta imagen, pues me servirán luego para complementar ciertas cosas.

Además, ¿qué tanta obsesión con el tiempo? Vivimos regidos por él, y creo que esa es una de las razones por la que me encantan tanto los relojes antiguos... ¿por qué me gusta lo antiguo? yo que sé, será porque suelo vivir de recuerdos. Tampoco es que me alimente de ellos, pero no es malo recordar buenos momentos, a pesar de que a veces me aceche la nostalgia, como en muchas ocasiones...

Bueno, volveré a perder mi tiempo. El reloj sigue sonando...
Tic. Tac....

La banca de los cerezos


"¿Recuerdas aquella banca en que solíamos sentarnos? Aquella banca donde conversábamos, donde esa vez me abrazaste mientras lloraba porque la persona que amaba estaba con otra, donde nos sentábamos a comer luego de escaparnos de clase... Aquella banca donde te dije que nos veríamos cuando volvieras de tu viaje a las 4.30...
Aquella banca hoy está vacía...
¿Por qué, me preguntas? Pues porque me harté de esperarte, siempre repetías lo mismo, que regresarías, que de verdad lo sentías, que no pudiste aparecer. Estuvimos juntos durante 3 años, ¿y no me conoces lo suficiente como para saber que no me tragaré tamaña estupidez como esa? Inténtalo mejor la próxima vez, si es que la hay.
Aún siento los pétalos de los cerezos de aquél árbol caer sobre mí cuando el viento sopla, atórmentandome cada día que pasa, recordándome lo que ocurrió ese día, haciéndome más fuerte, menos ingenua..."